Mujeres adultas mayores sin ingresos propios: Consecuencia de una vida expuesta a la desigualdad

   
 

Un informe del Observatorio de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL reveló la situación de pobreza de las mujeres mayores en la región, consecuencia de una vida entera de desigualdades.  

   
 

El Observatorio de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL difundió un informe que revela la situación en la que viven las mujeres adultas mayores en la región.

Hoy en América Latina y el Caribe viven más de 40 millones de personas de más de 65 años; aproximadamente el 7% de la población total. En 2050, una de cada cinco personas será mayor de 65 años. En la región, un 27% de las mujeres de más de 65 años de zonas urbanas y un 30% de zonas rurales no perciben ingresos propios. En los países de la región con datos disponibles, el porcentaje de mujeres mayores de 60 años sin ingresos propios supera al menos dos veces a los hombres de esa misma edad.

 
 

La situación de pobreza de las mujeres mayores es consecuencia de una vida entera de desigualdades en el mercado del trabajo y del alto peso del tiempo dedicado al trabajo no remunerado, expresado en trabajo doméstico y de cuidado.

Las trayectorias laborales de las mujeres están marcadas por entradas y salidas del mercado laboral, muchas veces sin cobertura previsional, y por trabajos informales o mal remunerados. Este tipo de trabajos durante su vida económicamente activa hace que, a pesar de haber dedicado muchas horas al trabajo total (remunerado y no remunerado), obtienen bajas o nulas pensiones.

El porcentaje de mujeres mayores de 65 años perceptoras de jubilaciones o pensiones es muy bajo y menor al de los hombres en la mayoría de los países de la región, que perciben montos insuficientes para cubrir las necesidades básicas de alimentación y salud.

 
 

En 8 países de América Latina (Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y República Dominicana) más de 75%  de las mujeres de más de 65 años no perciben jubilaciones o pensiones contributivas.

La mayor expectativa de vida de las mujeres agudiza el problema: las mujeres viven más tiempo, con menos ingresos que los hombres, estos ingresos además disminuyen significativamente con el transcurso de los años.

La dependencia económica las hace vulnerables a ser víctimas de violencia doméstica y al no contar con ingresos propios, se encuentran más expuestas a la vulneración de su derecho a la salud. No solamente no cuentan con cuidados para sí mismas, sino que por el contrario, muchas veces deben ejercer el rol de cuidadora hasta edades muy avanzadas. 

  Fuente: Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. División de Asuntos de Género de la CEPAL.  
 
     
   

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