Sumario |
En esta sentencia el Superior Tribunal de Justicia de Tierra del Fuego, en un caso de abuso sexual infantil, resuelve confirmar la sentencia del Tribunal de Juicio en lo Criminal del Distrito Judicial Norte de Tierra del Fuego por entender que la condena a CEA a 9 años y 6 meses de prisión no fue arbitraria. En efecto, se confirma la sentencia que condena al imputado por considerarlo autor penalmente responsable del delito de abuso sexual simple en concurso real con abuso sexual con acceso carnal doblemente agravado.
Los hechos que se le imputan a CEA, padrastro de T. consisten en haber ingresado al dormitorio de la niña de 8 años de edad y haberle realizado tocamientos en una oportunidad, y en haberla penetrado por vía vaginal en otra.
En sus fundamentos el Tribunal sostiene que si bien la resolución condenatoria encuentra como sustento probatorio principal a la declaración de la víctima menor de edad, la misma guarda lógica, coherencia interna y no contiene contradicciones, ni fue cuestionada por la defensa. A su vez, hace referencia al cambio de comportamiento de la niña en un período próximo al hecho y lo informado por los peritos psicólogos, quienes descartaron la concurrencia de mecanismos de fabulación, inducción, invención o manipulación.
“La expectativa de los adultos de que la niña se proteja a si misma y revele el abuso de inmediato ignora la subordinación básica y la desprotección en que se encuentran los niños dentro de vínculos autoritarios. A los niños se les enseña a evitar los contactos con extraños, pero se les inculca que deben ser obedientes y cariñosos con cualquier adulto que se encargue de sus cuidados. Los desconocidos, la gente ‘rara’, los secuestradores y otros monstruos constituyen coberturas convenientes tanto para los niños como para los padres que enmascaran un riesgo mucho más temible e inmediato: la traición que ocurre en una relación de vital importancia, el abandono por parte de cuidadores de confianza y la destrucción de la seguridad familiar básica. Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora coinciden en ciertos datos estadísticos poco tranquilizadores: es tres veces más probable que un niño sea molestado sexualmente por un adulto conocido y de confianza que por un desconocido.(…).”.
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